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[Perfiles] Nelson Antonio Tapia: El guardián que supo cuidar el arco de la UC en los 90

En 1966, en Molina, en la región del Maule, justo en el año en que la UC sumaba su cuarta estrella, nacía Nelson Antonio Tapia Ríos, uno de los arqueros más importantes de la historia del fútbol chileno. Un tipo que supo brillar con la Franja, también con Cobreloa y que defendió de gran manera el arco de la Selección por casi una década. El Cabeza de Muela, quien se transformó en uno de los referentes de la Universidad Católica de los 90.

El pórtico de la UC es un lugar que cuesta defender. Pero tiene una característica: quienes llegan ahí, suelen quedarse por muchos años como los guardianes de la retaguardia estudiantil. El caso de Nelson Tapia no es la excepción. Pero el sureño tuvo que darse una vuelta larga. Se formó en O’Higgins. Estuvo varios años en Rancagua y en 1993 recaló en San Carlos de Apoquindo. Sin embargo, en su primer año tuvo poca acción. Fue envido a préstamo a Deportes Temuco. Recién en 1994 comenzaría a tomar regularidad. Alternando con Patricio Toledo, otro gran referente del club.

Cuando se hizo de la titularidad, nadie logró sacarlo. Tapia fue el arquero de la UC por casi seis años de manera consecutiva. Con grandes tardes. Como aquella ante Cobreloa, en la despedida de Sebastián Rozental antes de partir a Escocia, en 1996. O siendo el portero titular en el Apertura 1997, donde Universidad Católica cortó con 10 años de sequía de títulos. En paralelo a eso, protagonizaba la histórica clasificación de la Roja a Francia 1998, con su tocayo Nelson Acosta como entrenador. Un hombre que también fue importante en su carrera.

Un golero sobrio

Nelson Tapia no era un portero que volara. No se estiraba más de la cuenta. Estaba bien ubicado siempre y achicaba bien los espacios. Hablaba mucho con sus defensas. Tampoco se complicaba con los pies en una época en la que eso no era un tema. Se trataba de un deportista confiable en su posición. Apodado Cabeza de Muela, por su peinado, o Bart Simpson, supo transformarse el principal arquero de la segunda mitad de los 90 y del primer lustro del siglo en el país.

Con la Selección también logró el Bronce en Sídney 2000. Uno de los principales hitos en la historia del balompié criollo. Cuando muchos pensaban que estaba en el ocaso de su carrera, Acosta se lo llevó a Calama y en Cobreloa supo brillar: ganó un bicampeonato con los loínos. Demostraba vigencia. De hecho, en los naranjas llegó a ser capitán.

Claro que la mayoría de sus trofeos los cosechó en San Carlos. Además del Nacional de 1997, conquistó la Copa Chile de 1995 y la Interamericana de 1994. También fue parte, sin jugar, del plantel del vicecampeonato de la Libertadores 1993. Tapia instaló su nombre en la historia.