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[Perfiles] Milovan Petar Mirosevic: El ídolo y referente de una generación

Antes del tetracampeonato, antes de algunos referentes contemporáneos, existió Milovan. El primer ídolo de una generación. Debutó en 1997, se consolidó en el 2000, dio en salto y se metió en los corazones en el Apertura 2002. Tras un paso por el extranjero donde fue titular en Racing y en Jerusalen, retornó en 2008 y se transformó en el capitán de la UC. Fue el que levantó el trofeo de inolvidable título de 2010, siendo el goleador de esa campaña, no se cansó de anotar en Clásicos y se retiró ovacionado. Aquí la historia del referente del siglo.

Milovan estaba ahí de forma impensada. El paro del Sifup obligó a los clubes a presentarse con juveniles en esa fecha del Clausura 1997. A Universidad Católica le tocaba recibir a Colo Colo. Mirosevic debutó ese día. También debutó dos años después, en 1999, cuando, ya con su formación consolidada, pudo compartir cancha con el primer equipo. Eran los primeros pasos de un romance que duraría décadas. Que, en rigor, continúa.

Foto: Photosport

El Milo fue sumando. Siendo un aporte en el mediocampo. En 2002, bajo la dirección de Juvenal Olmos, ya estaba transformado en un puntal del equipo. Pisaba el área, se ganaba los aplausos de San Carlos de Apoquindo y se transformaba en un elemento exportable. En la final del Apertura anotó ante Rangers de Talca. Ese día terminó de meterse en los corazones. Con la 8 en la espalda, Mirosevic sumaba adeptos y niños que se reflejaban en él. Siempre fue un valor importante. Sin ir más lejos, jugó con la Roja Sub 17 el Mundial de Egipto, donde convirtió un gol.

Cuando volvió en 2008, pese a tener 28, ya tenía chapa de referente. Se calzó la jineta y fue el capitán de una generación. Sin ser delantero logró anotar 19 goles en la Primera División de 2010. Fue el gran héroe de la remontada de la UC de Pizzi, que en siete fechas logró restar los siete puntos que le llevaba Colo Colo. La décima lleva la estampa de Mirosevic, que a esa altura ya portaba la 10. También fue un referente en los Clásicos. A la U le marcó siete veces y a Colo Colo, ocho. Uno que aparecía en los partidos importantes y sabía ponerse el equipo al hombro.

Foto: Photosport

«Mi10van es Católica» rezaba el lienzo con el que protestó la barra en Santa Laura cuando la Franja vistió a Unión Española tras la salida de Mirosevic en 2014. Era una manera de exponer un sentimiento popular. La gente se identificaba con el ídolo. Tras dos años afuera, su regreso a San Carlos se materializó dos años después. Lejos del protagonismo de antaño, pero siendo una parte importante del plantel, el Milo sumó otros dos trofeos con el club: la Supercopa y el Apertura 2016.

Las lesiones postergaron su retorno en cancha, pero en abril de 2017 entró y fue ovacionado. Una de las escenas más míticas vividas en la ahora antigua Fortaleza en el siglo. En una goleada ante O’Higgins, Milovan Mirosevic pudo vivir una de sus grandes noches. Meses después tuvo que anunciar su retiro. Entre lágrimas y con el abrazo de Cristián Álvarez, uno de sus compañeros más entrañables en las batallas por defender la camiseta de la UC.