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U. Católica 2-0 U. Española: la UC vuelve a casa ganando y con una fiesta

El 23 de agosto de 2025 quedará grabado para siempre en la historia de Universidad Católica. Ese día, tras tres años de espera, el club volvió a su casa, a ese lugar que late en el corazón de miles, pero lo hizo transformado, renacido, con un nuevo nombre que ya empieza a forjar leyenda: el Claro Arena, heredero eterno de San Carlos de Apoquindo. Y fue como debía ser: con un estadio repleto, una hinchada desbordando pasión y un triunfo por 2-0 sobre Unión Española.

Desde temprano, la jornada fue una fiesta. Familias enteras llegaron con camisetas, bufandas y banderas, como si se tratara de una peregrinación hacia un santuario. El corte de cinta, el himno cantado a una sola voz, los cánticos que nunca dejaron de sonar: todo conformó un marco que no era solo deportivo, era espiritual. Porque para Católica, este estadio no es un lugar cualquiera: es el corazón donde se guarda la memoria de títulos, alegrías y despedidas.

Cuando la pelota comenzó a rodar, la UC salió con el alma por delante. A los 12 minutos, un cabezazo de Clemente Montes estremeció el travesaño y encendió un rugido colectivo, preludio de lo que vendría. El destino reservaba ese instante histórico para un hombre que ya es leyenda: Fernando Zampedri. A los 30’, el Toro se elevó en el área, conectó un córner de Jhojan Valencia y firmó el primer gol en el Claro Arena. La euforia fue indescriptible: era el grito de miles de gargantas que habían esperado años por volver a sentirse en casa.

La historia quiso agregar un capítulo de suspenso. Apenas un minuto después, el árbitro Rodrigo Carvajal sancionó penal sobre Pablo Aránguiz. El VAR intervino, el cobro se anuló, y la tensión se apoderó de la cancha. Unión protestó, la hinchada apretó los dientes, pero nada podía empañar la fiesta que ya estaba escrita.

El segundo tiempo fue de resistencia y temple. El equipo de Miguel Ramírez lo intentó, pero se estrelló contra una Católica firme, alimentada por el aliento incesante de sus hinchas. Y cuando el reloj marcaba los últimos instantes, llegó el golpe final: Eduard Bello, tras un pase de Diego Valencia, definió cruzado y selló el 2-0 definitivo. El grito fue un estallido de liberación, como si cada alma en casa celebrara no solo un gol, sino el regreso de su templo.

La UC volvió a su casa con triunfo, con alegría y con un mensaje poderoso: la historia sigue escribiéndose en blanco y azul. El Claro Arena no es solo un estadio moderno; es un lugar donde los recuerdos del pasado se entrelazan con los sueños del futuro.

Con el triunfo en casa, Universidad Católica refuerza su moral y fortalece su posición en la tabla con 33 puntos. El regreso es una bocanada de aire para un plantel que vuelve por fin a casa en lo más alto.

Por Amalia Orellana